Líneas y formas para llevar

Si te gusta algo de aquí, puedes usarlo libremente, siempre que no seas una empresa capitalista, alguien que explota la fuerza de trabajo ajena, un represor o un transa que quiere adjudicarse estas líneas callejeras... *

José Kaff

lunes, 15 de febrero de 2010

Un barquito

Había una vez un barquito en el que una hermosa pareja había iniciado una aventura por el océano.  Pero un día, no se sabe bien por qué razones, a ellos les pareció que la aventura se estaba poniendo peligrosa, de forma que tomaron dos lanchas y abandonaron la nave. Al bajar, la primera travesura del mar fue intentar separar ambas lanchas, lo cual habría logrado de inmediato, si no fuera porque uno de ellos tomó el remo de la otra lancha. Así anduvieron un tiempo, entre tempestades y bellos atardeceres, a veces más cerca, aveces más lejos; hasta que un día el mar se puso más picado y más cada vez. La mano terminó por cansarse y soltó la punta del remo, dejando que las yemas de los dedos resbalaran despacio, terminando por caer al vacío. Cada lanchita tomó su rumbo, ambas llegaron tarde o temprano a tierra firme, cada una en un continente al que acabaron haciendo propio. Ahí cada uno bajó y tomó rumbo tierra adentro. Una vez más vieron tempestades y preciosos atardeceres, tuvieron alegrías y dolores, y murieron mucho después, cada uno en tiempos y condiciones propias, separados, siempre separados. Del barco se supo poco, casi sólo que siguió a la deriva mucho tiempo, a veces con tempestades, a veces con lindos atardeceres, rondando el mundo, solo, sin alguien que lo condujera.

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* Por supuesto, el nombre de este blog está tomado de la famosa obra que Antonio Gramsci escribiera desde una cárcel milanesa hace exactamente ochenta años, y que desde los años setenta ha sido publicada como “Los cuadernos de la cárcel”. Poco se parece la situación italiana del fascismo de los treinta a la del México del bicentenario. Aunque poco no quiere decir nada. Las semejanzas entre Benito y Felipito (por supuesto que no hablo de Don Gato y Mafalda) las encontrará el lector por su cuenta.

Con todo, las líneas que se comparten en este blog fueron realizadas desde la calle y no desde una cárcel. Aunque, efectivamente, pisaron primero algún cuaderno. ¿En libertad? Bueno, la respuesta es relativa y da para más preguntas que afirmaciones: ¿Puede hablarse de libertad en la actualidad, cuando somos vigilados por cámaras “de seguridad” en las tiendas de autoservicio, en el metro, en las calles, en las escuelas y oficinas…; cuando el pensamiento dominante prescribe desconfiar, vigilar, acusar al semejante; cuando los medios de comunicación nos machacan todo el día con el terror y la enajenación; puede hablarse de libertad, en fin, en el capitalismo?

Más de uno ha señalado ya que la democracia liberal lo que vino a legitimar fue precisamente la libertad acotada al dinero. Mientras en el feudalismo el esclavismo y la desigualdad eran legales, en el capitalismo son legítimos con base en el poder económico.

Sin embargo, siempre quedan resquicios para la emancipación. Los cuadernos de la calle pretenden únicamente contribuir con una uñita, como dicen los zapatistas, para rasgar una línea, una forma, en el muro que divide a los de arriba y a los de abajo, en el paredón al que suelen ser condenados aquellos que una y mil veces se rebelan en la historia; ese Muro que un día caerá no como “fin de la Historia” y supuesto triunfo final del capitalismo, sino sobre la cabeza de los capitalistas, como derrota definitiva del capitalismo y el pensamiento único, hegemónico, dominante, heterogeneizante. Será el principio, pues, de las historias, los cuentos, las utopías, las emancipaciones, las libertades…

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